Somos rios de odio desembocando en alegría, somos niños jugando en la calle hasta que acabe el día, somos como canciones sonando en un disco rayado, somos la cara de una cinca que nunca a sonado.
Somos la Torre Eiffel encendida un 14 de febrero, somos dos inmigrantes hablando un idioma extranjero.
Cuando tenga valor para hablar, diré que tengo miedo, de vivir sin volver a escuchar como suena un te quiero.
Somos el resultado de todo lo que hemos vivido, somos todo lo que cada noche he soñado contigo.
Somos aquel avión que salió un día de Barajas, en la parada de taxi al salir me esperas apoyada, somos cada semáforo en rojo con beso incluido, somos un no te vayas amor, quédate conmigo.
[...] Pero la historia, mi historia comienza el día 6 de octubre, a las 8 y media de la mañana.
Una fuerte luz me cegaba, por momentos creía haber recordado todo lo que me había pasado, haber recordado a todas esas personas que son importantes para mi, que me apoyan. Parecía que había perdido la consciencia, que todo era un sueño, un horrible sueño, pero no, allí estaba, en aquella maldita sala de espera, esperando con impaciencia y temor el resultado de la operación [...]
esta imagen me hizo recodar el alma de una niña que con su llanto dice lo que corazón quiere cuando las palabras en el silencio enmudecen y no existen al igual a una bebé pequeñita y me pregunto si su madre será capáz de dejarla sola pasar hambres sin protegerla darle vestido calzado y abrigo y o que ella necesita?
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