Ójala y se me olvidara hasta tu nombre.

Ella estaba sentada en la cama, cuando de repente llego el y se arrodillo ante ella dejándola totalmente paralizada, pensando en qué hacer, en cómo mirarle, en que decirle, porque ella sabía perfectamente al igual que el que siempre que lo tenia cerca se ponía a temblar como una imbécil. Al momento de arrodillarse, ella agachó la cabeza y el dijo:


- Tienes que prometerme que vas a salir, a comer y a dormir- dijo él con una sonrisa en la cara.
- No puedo- le dijo ella mientras sus ojos se inundaban de lágrimas.
- ¿Por qué no?- se extrañó él al ver que una chica tan joven se negaba a hacer cosas que para ser sinceros, todos o al menos la mayoría de los jóvenes les gustaba hacerlo- Tienes que salir, conocer gente. ¿Sabes? Eres una chica muy guapa para estar encerrada en casa, sin disfrutar de las cosas que ofrece la vida, llorando todo el día y luchando por algo que ambos sabemos que es imposible.
- Porque yo no puedo hacer otra cosa que no sea hablar contigo, verte y disfrutar de tu presencia. Esos son los momentos que me reconfortan. Poder tenerte y verte aunque solo sea un día, un instante. Para mi tenerte cerca es como estar en el cielo, es olvidar todo lo malo.
- Ojala pudiera corresponderte, me halaga mucho saber todo lo que sientes por mi, todo lo que me cuidas y todo lo que me ayudas. Para mi siempre serás mi gran amiga, esa que me ayudo cuando yo lo estaba pasando mal, aquella por la cual yo deje de beber para ahogar mis penas… Eres muy importante para mí, en serio.
- Ya… pero no lo mismo que tu eres para mi. Yo sin ti no sé vivir, no puedo. Yo por ti mataría, estar contigo para mi sería lo mejor que podría pasarme y aunque se que no puede ser, verte bien para mi es lo mejor, es como que yo estuviera bien también.
Él sonrió y ella se agacho hasta llegar a su cuello y apoyar su cabeza, el se giró y la beso. Fue un momento tan mágico para ella que lo único que podía hacer era llorar…